El viaje de Berlín a Praga lo íbamos a hacer en autoestop y acabo siendo una verdadera aventura.
Os explico.
Primero cogimos un tren urbano para meternos en la entrada de una autovía.
En el tren urbano |
Nuestra primera parada |
Allí nos paró pronto una chica que solo hablaba alemán y estuvimos más de dos horas callados sin decir ni "Mú". Cuando estábamos llegando a Dresde la alemana comenzó a hablar en su idioma y nosotros no la entendíamos, claro. Al final nos aclaramos y lo que estaba haciendo era preguntarnos que si nos llevaba a Dresde o nos dejaba en otra entrada a la autovía para que siguiéramos nuestro viaje en autoestop hacía Praga. Nosotros elegimos lo segundo para llegar lo antes posible a nuestro destino.
Cogiendo fuerzas para nuestro segundo tramo. |
Lo que ocurrió es que nos dejó en un lugar que parecía bueno para hacer dedo a Praga... pero nadie paraba. Al final un chico muy majo nos recogió de allí para llevarnos a lo que el decía que sin duda era el mejor sitio para hacer autoestop. Y ese sitio estaba casi en el centro de la ciudad, por lo que al final fuimos a Dresde como deberíamos haber hecho cuando nos lo dijo la primera chica que nos recogió.
Despidiéndome del joven del segundo coche del día. |
Ese punto lo cierto es que parecía óptimo, era la dirección correcta, no era peligroso, pasaban muchos coches y tenían sitio donde detenerse (todo un carril para bus), y encima teníamos sombra. ¡Pero durante dos horas estuvimos allí con nuestros carteles y no pasaba nadie!
Parecía pan comido... |
Pero la fatiga empezaba a notarse. |
Menos mal que estábamos a la sombra... |
Un nuevo chico se detuvo y nos dijo si queríamos podíamos subir y el nos llevaba hasta justo el punto de la entrada de la autovía que lleva a Praga. Y allí que fuimos nosotros.
Era el tercero... y queríamos más. |
El nuevo punto de autoestop estaba a las afueras de Dresde y a los 10 minutos de estar allí ya nos habíamos dado cuenta de que no sólo allí había pocas posibilidades de que alguien parara, sino que además era peligroso. Como no teníamos ganas de que alguien tuviera un accidente por nuestra culpa, cogimos las mochilas y caminamos un tramo de nuevo dirección Dresde, hasta llegar a un semáforo.
En el semaforo había poco tiempo y poco espacio para que alguien te recogiera pero ya lo habíamos hecho así en Lille y había funcionado así que allí que probamos. Pasó un ratillo y un joven que también solo sabía alemán se detuvo y empezó a hablarnos sin entender nosotros ni papa. Al final de esa conversación lo único que sacamos en claro es que él iba dirección Praga pero no llegaba hasta allí.
Con ese chico avanzamos 27 kilómetros. Transcurridos estos, el joven se salió de la autovía para irse dirección a su pueblo. Nos dejo en una nueva entrada a la autovía dirección Praga y se marchó.
Al minuto nos dimos cuenta que la habíamos cagado bien cagada,
Estábamos en una entra de la autovía hacía Praga, sí. Pero una entrada que solo usan la gente de tres pueblecitos pequeños. Por lo que no solo no te paraba nadie, sino que ¡No pasaba nadie!
Y el sol estaba cada vez más bajo... Pronto se haría de noche y nos tocaría plantar la tienda de campaña sin haber logrado el objetivo. El problema de esta "solución" de montar la tienda no nos beneficiaba para nada, porque al día siguiente íbamos a tener el mismo problema. No podíamos entrar en la autovía, y no era cuestión de pasar otro día haciendo autoestop por pueblecitos perdidos de la mano de Dios y sin saber muy bien donde vas. (No teníamos internet ni buenos planos)
Entonces fué cuando se nos ocurrió de cambiar de estrategia, en vez de ir a Praga, nos volvíamos para Dresde. Si, ¡de nuevo a Dresde!
Y esperamos pacientemente en la entrada de la autovía hacia Dresde, intentando aprovechar las escasas posibilidades que nos quedaban antes de que se hiciera de noche.
Cuando pasaba una furboneta con unas sirenas en el capot, estuvimos a punto de quitar el letrero pensando que era la policía, pero nos mantuvimos firmes. Y este hombre paro su vehículo justo a la vez que uno de sus dos hijos vomitaba sobre la luna de la furboneta. La vomitera fue tan grande que cubrió toda la parte delantera del vehículo. Después de limpiar todo aquello, el hombre nos llevó a Dresde de nuevo.
Allí fuimos a un MacDonals, (de nuevo internet, no creáis que estamos todo el día comiendo hamburguesas) y para que no nos pasara otra vez lo mismo decidimos comprar un ticket de autobús o blablacar para esa misma noche. Y dicho y hecho. Compramos por internet los tickes de un bus y salimos corriendo del McDonals para movernos por una ciudad que no conocíamos, sin poder preguntar en alemán hacía donde dirigirnos, y intentando llegar a donde salía el autobús, ¡Solo teníamos 40 minutos de tiempo!
Todo no podía ser tan fácil.....:((
ResponderEliminarEva