Después de pasar unos días en Sibiu, regresamos a Almasu-Sec para realizar otro viaje junto Dan, Danna y Alexandra. Esta vez la expedición sería más numerosa pues nos juntamos varias familias y amigos hasta formar un grupo de 11 personas.
También el paisaje que íbamos a ver era distinto. Dejamos la media montaña para subir hasta la franja de los 2000 metros, donde montamos un campamento fijo, y desde allí realizamos varias excursiones para coronar diversas cimas de 2.500 metros de altitud. ¡Otro nivel para nosotros!
El primer día nos limitamos a llegar al lugar de acampada. Fueron muchos kilómetros en coche y algunos caminando cargados con nuestras pesadas mochilas.
Avanzando en coche hasta que no pudimos más.
Preciosa Rumanía. ¿Verdad?
Pasamos por bosques frecuentados por osos
Y lobos.
La expedición subiendo metros poco a poco.
Dejamos atrás los grandes abetales para subir hasta donde ya no pueden crecer los arboles.
¡Y llegamos a la zona del campamento! El lago Bucura.
Tuvimos que asegurar bien la tienda, pues había un viento espantoso. ¡Y muy gélido!
El Bucura. El Lago glacial más grande de Rumanía.
Dan y Alexandra conocían a los del equipo de salvamiento de esta cabaña y nos dejaron cenar allí.
El segundo día fue el más intenso de todos. Subimos dos picos de casi 2.500 metros y andamos muchos kilómetros por montañas llenas de lagos y paisajes rocosos de una belleza inigualable.
Por la mañana hacía mucho frío. Carmina se preparó un té calentito.
Yo no podía creer que estuviera soportando el viento gélido de las montañas.
Una parada para almorzar sin que cesara el frío.
Contentos por aguantar el ritmo y ver tan fabulosos paisajes.
Meditando a pesar de las fuertes rachas de viento.
Un poco más y alcanzábamos la primera cima.
Seguíamos ganando altura.
¡La primera cima conseguida!
Las vistas
¡La expedición Rumano-Española conquistó el Vârful Retezat!
Un descansito en la cima antes de avanzar hasta nuestra siguiente conquista.
Descendiendo
Una pausa para comer.
Bajando y subiendo montañas como si lo hubiéramos hecho toda nuestra vida.
Carmina jugando con la nieve
Dan mirando sonriente a Pingüi, la niña de siete años que nos acompañaba en la expedición.
Os presento a Pingüí, extraordinaria niña que avanzaba con el grupo con una voluntad de hierro y sin ningún tipo de queja o miedo.
Por la noche para combatir el frío y celebrar las montañas ascendidas bebimos "chuica", que no es otra cosa que orujo... Y cuando me dí cuenta ya estaba borracho. Debido a ello no dormí muy bien esa noche.
El tercer día teníamos que subir el pico más alto de la zona y algunos de los compañeros de nuestra expedición estaban agotados del día anterior y decidieron descansar en el campamento base en lugar de acompañarnos. Yo tenía por la mañana una resaca espantosa y estuve a punto de abandonar, pero me armé de valor, ya que no iba a tener muchas más oportunidades de vivir aquellas experiencias.
Así partimos hacía la montaña ocho de once. Y muy pronto a uno de los nuestros le dio un mareo y tuvo que parar. Está tuvo que volver al campamento acompaña de su madre, así que solo quedábamos 6 para enfrentarnos al último pico de la excursión, el más alto de todos.
Terrible resaca.
Cada paso, una victoria.
El orujo es bueno por la noche pero no por la mañana.
Alexandra, fresca como una rosa.
No me lo podía creer, lo estaba consiguiendo.
Con Pingüi en la cima. Ella me dio la moral necesaria para subir. Si ella podía, yo también.
Tras coronar la cima, bajamos al campamento, nos juntamos con todo el grupo, e iniciamos el descenso.
¡Llegamos a los coches! Una experiencia inolvidable.
Hoy toca limpiar las ropas y descansar, y mañana partimos a Targoviste, una ciudad cercana a Bucarest, ¡Ya os cuento!
Espectacular!!!!! Eva
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